
En un adulto, la inocencia no es lo mismo que la credulidad o la ingenuidad; al contrario, es una cualidad que llega con la madurez y surge como resultado de la experiencia vital de confiar en la guía del corazón resulta ser siempre la mejor manera de afrontar los altibajos de la vida. La inocencia es la habilidad de prestar atención a la intuición y de responder espontáneamente a la vida que se despliega en el ahora. Una persona inocente no trata de ser una autoridad onminiscente, y no tiene ningún interés en cargar con el peso de los conocimientos aprendidos de otras fuentes. Una persona inocente aprende viviendo cada momento al máximo, y le entusiasman e inspiran hasta los incidentes más corrientes. Alguien que es inocente tiene la cualidad estimulante y refrescante de los niños, que emana de la sencillez sin afectación, despreocupada de la necesidad de demostrar algo. Es una cualidad íntegra, no infantil o menesterosa. Es estar contento simplemente por ser, completo en sí mismo. Los bebés y los niños pequeños irradian esta cualidad: todo es nuevo para ellos, y están continuamente fascinados y asombrados. Todavía no han sido programados para tener preferencias o tener ideales fijos. Y aunque puede ser muy necesario crearse una cierta coraza para vérnoslas con el mundo, el problema radica en que, para cuando ya no necesitamos protegernos, hemos perdido el contacto con esa cualidad inocente y no sabemos cómo volver a recuperarla.

Cuando nuestra mente deja de oponer resistencia y se rinde a la voz interior, de esa aparente renuncia brota una extraordinaria fuerza. Entonces, y sólo entonces, esa fuerza concede y... permite al corazón irradiar su propia luz.
En las luminosas noches, cuando el paisaje bañado por la luz de la Luna se cubre de plata, este duende de corazón tierno y gentil vaga solitario... En ese velado hechizo de magia, él compone canciones llenas de inspiración que canta con una voz cálida y apasionada, enviando a lo lejos dulces notas con su pequeña flauta. Allow canta para todos los seres humanos que poseen un alma sensible y tímida que se llena de ternura y de amor frente a todas las cosas bellas de la vida, pero que no osan manifestarse ni siquiera a sí mismos. Convencidos de no ser capaces de expresar aquello que el corazón, ignorado, desearía decirles.
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